Por décadas las feministas han insistido en que si queremos reducir la violencia, incluida la violencia contra las mujeres, tenemos que considerar, entre otros elementos, el papel que juega el género en su perpetuación. Una de las preguntas que tenemos que hacernos es: ¿de qué manera ser hombres o ser mujeres afecta las violencias que vivimos y ejercemos? Si tratamos de responder esta pregunta veremos que, en los hechos, sí existen diferencias de género significativas sobre quién ejerce la violencia y quién la recibe.
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