Aunque hay antecedentes de acusaciones por conductas impropias en contra del sacerdote Fernando Karadima que se remontan a los años ochenta, al parecer las primeras denuncias formales datan de los años 2004 y 2005. El arzobispado de Santiago encargó la investigación de los hechos al sacerdote Eliseo Escudero, un clérigo cercano al inculpado, bajo cuya responsabilidad la causa dormitó por años hasta ser suspendida en agosto de 2009. El proceso vuelve a reactivarse a fines del año pasado con el nombramiento de un nuevo promotor de justicia del arzobispado, el sacerdote Fermín Donoso, quien sí ha recogido nuevos testimonios y evidencias.
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