La alta Edad Media se caracterizó por una fuerte decadencia tecnológica y por el empobrecimiento del campo. Escaseaba el hierro, de forma que un campesino que dejase caer en el pozo la única hoz que tuviera debía esperar a la intervención milagrosa de un santo que se la recuperase (como atestiguan las leyendas); en caso contrario, estaba perdido. El pavoroso descenso de la población no volvió a remontarse hasta después del año 1000, precisamente gracias a la introducción de cultivos de judías, lentejas y habas, de gran poder nutritivo, sin lo cual Europa habría muerto de debilidad (la relación entre las judías y el renacimiento cultural fue decisiva).
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