Entre ellos, los halalas, la propia policía es la que regula todos los asuntos. El policía, al ser responsable del orden y de los criminales, es considerado su sargento y su jefe de grupo. Para que la situación sea todavía más flexible, los bandidos hacen un cursillo en la policía y los policías entre los malhechores. Ambos grupos intercambian hombres continuamente. En la actualidad, los bandidos ya no hacen cursillos en la magistratura, pero cuando ésta todavía tenía alguna autoridad, estaba llena de bandidos. Hacerlo ahora sería para ellos una pérdida de tiempo.
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