“¿Y tú ya sabes qué vas a decir si te piden tus papeles?”. La pregunta me toma con la guardia abajo y la grabadora encendida. Apenas un minuto antes, Refugio estaba llorando por la injusticia de que exista la ley SB 1070, pero en cosa de segundos esta sonorense bajita, de cabellera negra, cejas arqueadas y complexión que hace 20 años seguro provocó muchos dolores de cabeza, se pone a la ofensiva y con su acento golpeado me asalta: “Sí, tienes que saber qué vas a decir, ¿ya sabes? Porque ya te diste cuenta de que pareces mexicano, ¿o no?”. Refugio Payán se empieza a reír de mí. Estamos a unos metros del Capitolio en Phoenix, donde junto a unos árboles pelones montaron una vigilia que con protestas y rezos pretende ablandar el corazón de la clase política de Arizona. Traigo el pasaporte en el bolsillo de la camisa, pero eso no me devuelve la tranquilidad. ¿Parezco mexicano?, y si sí —debatir el punto resulta ocioso— qué exactamente quiere decir eso hoy en Arizona, hoy en Estados Unidos.
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