La oscuridad está llena de orejas. Ya que no ve, oye. Recuerdo que cuando mi padre me enviaba de muy niño a buscar una cosa al atardecer yo respondía:
—La sala está oscura.
Ahora hubiera bastado para iluminarla tocar la llave de la luz; pero entonces no había luz eléctrica y sólo estaba encendido a esa hora el quinqué del despacho.
—Ve. Está encima de la mesa.
Y entonces había que ir y en la embocadura de la puerta de la sala oscura yo veía orejas como cortinas a medio levantar.
De aquellas habitaciones oscuras a las que yo iba a buscar una cosa me quedó la sensación de antro del más allá y de que todo el enigma de la vida es avanzar en la sombra, tanteando, viendo colgadas orejas y orejas.
Suscripción plus
Este artículo está disponible sólo para suscriptores
Si ya tienes una suscripción puedes iniciar sesión.
Después de iniciar sesión puedes refrescar la página presionado el siguiente botón.
Suscríbete

Suscripción plus
(impresa y digital)
1 año por $ 799 MXN
Entrega de la edición impresa*
Lectura de la versión impresa en línea
Acceso ilimitado al archivo
Contenidos especiales
*Para envíos internacionales aplica un cargo extra, la tarifa se actualizará al seleccionar la dirección de envío

Suscripción digital
1 año por $ 399 MXN
Lectura de la versión impresa en línea
Acceso ilimitado al archivo
Contenidos especiales
¿Eres suscriptor de la revista y aún no tienes tu nuevo registro?
Para obtenerlo, sólo tienes que validar tus datos o escribe a [email protected].