Esta nota podría estar apadrinada por la proustiana frase de L. P. Hartley con que iniciaba su novela (y la adaptación cinematográfica de Joseph Losey) El mensajero: “El pasado es una tierra extraña. Todo se ve diferente entonces”; pero también, con la sabia conclusión a que llegó Alfred Hitchcock tras hacer un par de fracasadas incursiones en el siglo XIX, La posada de Jamaica y Bajo el signo de Capricornio: “Nunca filmes sobre personajes a los que no te imagines yendo al baño”. La relación entre el cine y la Historia es como la de Groucho Marx y Margareth Dumont, entre un orate y una señora muy seria y distinguida que, inevitablemente, acaba cayendo en el juego de él; sobre eso se han escrito miles de páginas acusando recibo de traiciones, falacias, extravagancias y desmesuras que pueden indignar, pero en muchos casos arrojan más luz de la esperada: después de todo, es un arte aplicado a una ciencia.
Suscripción plus
Este artículo está disponible sólo para suscriptores
Si ya tienes una suscripción puedes iniciar sesión.
Después de iniciar sesión puedes refrescar la página presionado el siguiente botón.
Suscríbete

Suscripción plus
(impresa y digital)
1 año por $ 799 MXN
Entrega de la edición impresa*
Lectura de la versión impresa en línea
Acceso ilimitado al archivo
Contenidos especiales
*Para envíos internacionales aplica un cargo extra, la tarifa se actualizará al seleccionar la dirección de envío

Suscripción digital
1 año por $ 399 MXN
Lectura de la versión impresa en línea
Acceso ilimitado al archivo
Contenidos especiales
¿Eres suscriptor de la revista y aún no tienes tu nuevo registro?
Para obtenerlo, sólo tienes que validar tus datos o escribe a [email protected].