Los países de Centroamérica son los más violentos del mundo: sus tasas de homicidios oscilan entre 40 y 90 por cada 100 mil habitantes. Durante el último medio siglo, Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador no han sufrido más que guerras, revoluciones, golpes de Estado, terremotos, huracanes, problemas que en vez de resolverse se han venido agravando. A resultas de una endeble economía basada en las remesas, con la paz y la democracia la migración creció, la inseguridad se disparó, la zona se degradó. La violencia se volvió un problema cultural.
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